domingo, 18 de octubre de 2009

Eso...

Las peleas y yo... un problema no resuelto. No es solo la pelea en si. Los contrincantes poseídos por el afán de ganar la batalla, olvidándose de los buenos modales, la caballerosidad puesta a un lado; los sentimientos puestos a un lado. Asoma el resentimiento, el dolor, la pena y la rabia. La escalada en argumentos, en volumen, en agresión... nos desorienta, confunde. empieza con la discordia, algo puntual que causa el error de uno de los afectados o el disgusto del otro, o ambos. Luego viene la respuesta, pocas veces asertiva del dolido con la primera casi siempre malintepretada suposición de intención de ofensa. Es decir, amantes lectores, uno se siente afectado por pensar que tu pareja te dijo o hizo algo con el afán de hacerte enojar o dañar, en esa ya interiorizada mala percepción te descargas con ella (o él), recibes el contraataque muchas veces formulado sin pensar en lo anterior o sin escuchar lo previamente dicho o incluso sin pesar en la balanza del sentir qué llevas de fondo o si vale la pena la batalla. Y así sigue hasta que ambos se desahogan o se pierden entre acusaciones sin propósito. También están las veces en que todo lo acumulado previamente se descarga, avalancha y catarsis de cosas tan diversas como la forma en que miras, lo que no haces, porque no te diste cuenta de tal cosa... etc..
Y lo que siento al final son tres cosas: arrepentimiento por no detenerlo a tiempo y por hacerlo nuevamente, rabia por no detenerlo a tiempo y por hacerlo nuevamente y menos cariño por quien tanto quería previo a la pelea... no por quererla menos sino por el proceso de cicatrización.
Qué he aprendido? No mucho, a no hacerlo... a intentar evitarlo... a enfrentarlo y hablar o escribir sobre eso... Lo que falta? alguien que me ayude en lo mismo... O no? Quizás soy yo el problema?... No pelearé sobre eso