domingo, 13 de febrero de 2011

Walkover

Luz funebre, quizás optimisticamente tenue.
Sentado en una barra cualquiera.
De fondo una canción sin sabor, sin cuerpo y artificial. Como las de los ochenta en los noventa.
Fotos en las murallas, familiares para mi, solo para mi.
Un sorbo, otro y otro.
Ya entrando a la lucidez que trae el alcohol empieza el recuerdo.
No hay nada como el recuerdo para acompañar la melancolía.
Una a una pasan por mi mente, dulce y agraz.
Mis errores, mis aciertos. MI MIS MIS..
Sus fallas, defectos, virtudes.
No sé a qué va todo eso, cuál es el punto.
Esto ha pasado mil veces y mil veces deliberé con mi antiyo.
Afirmo el impulso carnal, las ganas de estar físicamente con alguien es diaria.
El romanticismo de proyectarse con alguien es mejor.
La segunda es infinitamente más difícil, menos probable y más demandante que la primera.
Quizás por eso estoy acá. Abandono por walkover de todas mis relaciones.
Segundo trago, a la segura. Otro sorbo más largo.
Miro de reojo, a las mujeres obvio.
Me repruebo, siento que no aprendo. De nuevo el impulso carnal.
Decido algo.
En realidad, recuerdo saber lo que quiero.
Lo abandono por lo más sencillo, más simple y efímero.
Alguien se acerca, no es quien esperaba.
Mi anti yo: "Nunca es".
Últimos sorbos. Madrugada.
Mañana otro día. Otra perspectiva.
Quisiera que alguien se acercara.
Me retiro. Dejo propina.